martes, 29 de octubre de 2013

DOCENTES DEL ÁREA DE COMUNICACIÓN Y LOS ESTUDIANTES QUE NOS REPRESENTARON EN EL CONCURSO DE COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE TEXTOS


ETOY RONCA

         Por un camino solitario iba una negra montada en una burra: trus, trus, trus, trus, cuando de repente "¡Ay, Jesú!" gritó la negra dando un brinco junto con la burra: de las chacras vecinas había entrado en el camino un negro montado en un burro. Pero en seguida la negra se dio cuenta que era su compadre y, abanicándose con la mano y al mismo tiempo resoplando, le dijo:
         -Qué suto mia dao uté, compaire.
         -Hola, comairita, cómo etá uté.
         Y montados sobre sus animales se fueron juntos por el camino.
         -Compaire- dijo más adelante la negra mirando al negro por el rabillo del ojo-, el camino ta solito.
         -Ujú- dijo el negro sin mirarla.
         Siguieron avanzando y la negra nuevamente habló:
         -Compaire, yo le tengo miedo a uté.
         -¿Ujú?- dijo el negro, esta vez también sin mirarla.
         Al llegar donde el camino trazaba una curva prolongada, la negra volvió a hablar:
         -Compaire, uté me quiede tumbá.
         Entonces el negro la miró y dijo:
         -Comairita, si yo la tumbo en ete camino, ¿uté grita?
         -No, compaire, poque hata ronca etoy.

Antonio Gálvez Ronceros

miércoles, 16 de octubre de 2013

¡MIERA!


Antonio Gálvez Ronceros (1932)
¡Miera!
Tomado de Monólogo para Jutito. Lluvia editores, Lima, 1986.
Originalmente en Monólogo desde las tinieblas, 1975

En el camino que lleva al sembrado de camotes el negro don Andrés supo que en los últimos días el caporal Basaldúa se había puesto a hablar feas cosas de él. Mientras compraba plantas en el sembrado y llenaba de camotes los serones de su burro, le dijeron lo mismo. Entonces no aguantó más: trepó al burro de un salto y enderezó por un atajo hacia la casa del caporal. Pero ahí le dijeron que se había ido a vigilar unos riegos en la Punta de la Isla y que volvería una semana después. Sin decir nada pero aguantándose, don Andrés regresó rápidamente a su casa, se bajó casi arrojándose del burro, lo dejó plantado con los serones cargados, se metió corriendo en la primera habitación y llamó a su hija mayor:
—¡Patora! —los labios se le habían hinchado y parecían pelotas.
Saliendo de la habitación contigua, Pastora se presentó alarmada.
—Patora, tú que sabe equirbí, hame una cadta pa mandásela hata la Punta e la Ila a ese caporá Basadúa, que nueta acá y sia ido pallá depué quiabló mal de mí. Yo te vua decí qué vas a poné en er papé.
—Ya, tata, vua traé papé y lápice —dijo la hija. Se metió en los interiores de la casa y poco después regresó.
—Ponle ahí, Patora —dijo don Andrés—, que su boca esuna miera, que su diente esota miera, su palaibra un montón de miera… Miera esa mula que monta. Miera su epuela. Miera su rebenque. Miera el sombrero con quianda. Miera esa cotumbe e miera diandá mirando tabajo ajeno… Léemela, Patora, a ve qué fartra.
Cuando la hija acabó de leer, don Andrés tenía un gesto de duda como si ya no confiara del todo en sus propias palabras.
—Oye, Patora —dijo finalmente—, quítale un poco e miera a ese papé.
Antonio Gálvez Ronceros es responsable de la apertura de una nueva vertiente en la literatura peruana, a partir de una fresca interpretación del habla popular de raíz afro de su tierra costeña, recoge con espontaneidad y fluidez sin precedentes, una versión llena de humor y, por momentos agria de la vida de los campesinos negros chinchanos, quienes en su propio lenguaje, gracias a las anónimas intervenciones del autor llegan a insospechados niveles filosóficos.


Que te parece la literatura de Gálvez Ronceros… deja tu comentario…

miércoles, 9 de octubre de 2013

SANDRO BOSSIO

EL HOMBRE QUE HABLÓ CON LA MUERTE

 Desde el primer golpe, el viejo Jonás sintió inquietud, pero sólo al tercero decidió levantarse. Era como si, en la playa, alguien se hubiera desbarrancado y, desde un largo rato atrás, no pudiera  incorporarse.  Por su penosa enfermedad, bastante trabajo le costaba a Jonás bajar de la cama, pero, con su último esfuerzo, destapó las mantas y puso un pie en el piso de madera. Afuera, la noche era una sustancia material, de brea, y había tanta neblina, que tuvo que alumbrarse con una lamparilla para no darse con alguna invisible entidad externa. La mar estaba brava y la espuma efervescía  a cada reventazón. En la cerca de troncos podridos, a un lado de su faro, encontró al caído. Tuvo que acercarle mucho la luz para descubrir que se trataba de un ser alto y esquelético, desmazalado por el  agua, que compartía su pantano personal con su revoltijo de erizos y plumas de gaviotas. Jonás lo ayudó a levantarse y le preguntó quién era. El desconocido le contestó con una voz de náufrago que era la Muerte.

Entraron al faro. La puerta se cerró y el clima humeante de la madrugada quedó afuera. Jonás  colgó la lamparilla en un gancho de carnicero y, aturdido por un repentino  malestar,  se sostuvo en una columna para no caer. Le pidió a la Muerte que se acomodara por ahí. La bruma seguía metiéndose al cuarto por las rendijas de la puerta, lentamente, como un gas venenoso.  La Muerte cruzó la habitación: su esbelta silueta encandeció al trasponer  el sector de la lamparilla, y su augusto esqueleto, firme bajo el hábito marrón se posó suavemente en una silleta.  Apoyó la guadaña contra la pared. Jonás, en vez de volver a la cama, se puso a observar la playa a  través de la ventana. A un lado, diluida por la niebla, veía  la caleta con sus lanchas varadas; y al otro extremo, en la cima del acantilado, la baranda roja de la costanera: la ciudad, silenciosa y dormida, prevalecía contra la cavidad atmosférica. Después se dirigió a la mesa. En cuanto lo vio acercarse. La Muerte se despojó de su capucha de franciscano y su cráneo, redondo y azul quedó brillando entre las sombras. El  viejo lo veía como una radiografía.

Cuando era joven y se desempeñaba como guardafaros del patronato del pueblo. Jonás había sido testigo de insólitos acontecimientos. En una ocasión, en medio de una tempestuosa marejada, vio al barco fantasma del Sir Walter, el Historiador: en otra, en desfiles de fantásticas medusas y madréporas anaranjadas; luego una lluvia de aerolitos siderales bombardeando la acuosa llanura del mar. De modo que, al ver a La Muerte en su mesa, no le costó mucho creer que sólo él tenía acceso a los secretos del mundo privados a los demás. De tanto haber pensado en la Muerte en sus desvelos, en sus larguísimas tardes de solitario, ahora casi la encontraba familiar. Sirvió un poco de agua en su vaso y se la ofreció: una mano de marfil se alargó con infinita cautela, se materializó a la luz de la lamparilla, dos huesecillos se cerraron alrededor del vaso con un débil tintineo. Después de un largo silencio, interrumpido por el fragor del mar. La Muerte habló. Le conto que estaba bajando por él, pero que no había visto el tendido de los cables telefónicos y que se había venido abajo enredado en ellos. Jonás le preguntó si había tenido mucho trabajo. La muerte suspiró. Le dijo que se imaginara con la cantidad de guerras y suicidios de hoy en día.

-La vida se ha vuelto una buena mierda –exclamó.

Jonás tuvo el desolado estupor de no haber escuchado en su vida palabras más sabias que ésas. Poco antes de que el patronato desautorizara el funcionamiento del faro, había perdido lo más preciado de la vida. Todavía recordaba estar navegando de noche, a filo de viento, gritando un nombre de mujer. Recordaba el sofoco, las lágrimas, el cuerpo flotando boca abajo y, a la distancia, las aspas de luz del faro, escarlatas, girando en el vacío. Sin empleo, ni familia, el patronato no tuvo alma para echarlo. Entonces heredó el faro apagado y se dedicó a su verdadero oficio: el  de fabricante de lentes.

Hacía rato que Jonás se había levantado y ahora, la cara vuelta hacia su gabinete, se afanaba en una  labor metódica y oculta. Trabajaba en silencio, concentrado, pedaleando la biseladora como un afilador de cuchillo. Se oía el choque de unos instrumentos el rasguñar de un diamante, un borde vidriado puliéndose en la lija. Cuando terminó, devolvió a su sitio una luneta aplanática y una planchita de vidrio de sosa. La Muerte le dijo que tenía pendiente otra epidemia en Ruanda, pero él, absorto en la contemplación de su obra, no le prestó atención. Volvió a la mesa y le entregó unos anteojos recién terminados. La muerte alzó la cabeza en dos tiempos, sorprendida, primero para mirar los anteojos y después al viejo. Se calzo la montura, ajustándola en los huesos temporales, y probó su agudeza. Jonás se anticipó a la pregunta y le dijo que había medido la dirección de su astigmatismo por la distancia entre el faro y los cables. La Muerte le agradeció ceremoniosa, y a cambio prometió concederle un deseo. Jonás lo pensó un momento. Pidió, sencillamente… que fuera sin dolor. La Muerte afirmó. `` Las miopatías son dolorosas, le dijo. Pero está vez haremos una excepción´´. Le suplicó que se acostara. Jonás lo hizo y la propia Muerte le cerró los párpados, dulcemente.

Cuando despertó se sorprendió de seguir con vida. No sintió más la flojedad de sus músculos, ni el dolor, ni la fatiga. Descorrió la cortina y vio,  afuera, en el nuevo día, las arenas relumbrando como limaduras de sal. Y ahora no pregunten por qué soy inmortal.     


El escritor Sandro Bossio (Huancayo, 1970) se hizo conocido con su primera novela –El llanto en las tinieblas, Premio BCR 2001– un relato histórico en el que “se recrea con pasmosa espontaneidad y con seguridad extrema, léxico y giros expresivos de los siglos XVI y XVII” (Luis Jaime Cisneros). Diez años después, Bossio nos entrega su esperada segunda novela, La fauna de la noche (San Marcos, 2011), un thriller cuyas acciones se desarrollan tanto en la violenta Lima de los años noventa como en la del siglo XVI.
El asesinato de una autoridad universitaria es el misterio que tienen que resolver Eduardo, joven estudiante de medicina, y su amigo Gustavo, periodista de un popular diario limeño. El crimen parece estar relacionado con los ritos de una ancestral sociedad secreta de médicos, y entre los sospechosos se encuentran profesores y alumnos de la Universidad de San Marcos. Además de manejar con destreza la trama policial, Bossio va intercalando en su narración la historia de los fundadores de esa sociedad secreta y las de todos los jóvenes implicados en el caso, especialmente su agitada vida nocturna: drogas, prostitución, homosexualidad, etc.
Así, las casi 400 páginas de la novela se convierten en un amplio retrato de la sociedad limeña de fines del siglo pasado. Pero es un retrato demasiado cargado truculencias y estereotipos (militares homofóbicos, señoronas prejuiciosas) y en el que la reproducción “fotográfica” del habla de los jóvenes llega a ciertos excesos. No obstante, La fauna de la noche es un policial original y ambicioso que confirma a Sandro Bossio como un narrador de interés.
SANDRO BOSSIO ES UN EXCELENTE ESCRITOR REGIONAL ¿LEISTE ALGÚN CUENTO O NOVELA DE ÉL? ¿QUÉ TE PARECIÓ?
 DEJA TU COMENTARIO…


viernes, 4 de octubre de 2013

MALDITA SEA… SE EQUIVOCARON…

Hay golpes en la vida tan fuertes… Yo no sé!  Inmortal verso del egregio poeta peruano César Vallejo Mendoza que connota las adversidades y sufrimientos propios del ser humano, esos golpes que sufrimos cuando el terrorismo se extendía en el Perú, principalmente en la región central, allá por las décadas del 80 y 90, la Universidad Nacional del Centro del Perú fue escenario de cruentos conflictos políticos, sociales e ideológicos. ¿Quién no recuerda a nuestra Alma Máter embanderada, con pintas subversivas e incursiones militares?  Cuando los grupos terroristas (Sendero Luminoso,  Movimiento Revolucionario Túpac Amaru y el grupo armado Rodrigo Franco) arremetían en toda la región central del Perú, con el fin de tomar el poder, introduciendo su ideología extremista y captando adeptos en nuestra Universidad,  aquellas personas que pasamos por esos claustros universitarios estoy seguro que rememorarán aquellas décadas de rebelión e insurgencia.

En ese contexto, el huancaíno Luis Alberto Salvatierra Rodríguez ex alumno de nuestra  Primera Casa Superior de Estudios quien vivió en carne propia esas décadas difíciles, rinde homenaje a muchos de sus compañeros estudiantes desaparecidos y asesinados  injustamente tanto por los extremistas y por los militares a través de una novela corta, titulada: “Maldita sea… se equivocaron…” que recibió Mención Especial en la Casa de América Latina de París.

El autor se adentra en pasajes de la vida universitaria, en esa etapa peligrosa, conoce a nuevos compañeros con diversas costumbres y vivencias; nos muestra la compleja idiosincrasia y modos de vida lleno de problemas económicos y sociales en medio del desarrollo intelectual, nace el compañerismo y la solidaridad, las confrontaciones y el odio, el sacrificio, el sufrimiento y la pasión traducida en el verdadero amor. Introduce de capítulo en capítulo, entre risas y tristezas, entre fracasos y triunfos, en un sinfín de historias entrelazadas que buscan  siempre un motivo de vida, y cómo en el devenir del tiempo  los personajes principales caen en desgracia sin ser culpables. Nos topamos con la desesperanza y al no encontrar los motivos de nuestra caída, buscamos un culpable o simplemente culpamos al destino de nuestra sola y propia equivocación.

“Maldita sea… se equivocaron…” es una historia que retrata a Gerardo Ruíz, “limeño” ex militar, con problemas familiares y económicos llega a Huancayo, la gran urbe cosmopolita que está convulsionada por las hordas senderistas y emerretistas, donde conoce a sus compañeros “los serranos” en la universidad, y donde aprende que la vida lejos de la gran capital es muy diferente y que los amigos se consiguen cuando te dan la mano en los momentos difíciles.

También, expresa pasajes de su vida en los claustros universitarios,  cuando el temor de las amenazas, de las explosiones y balas, y el encuentro de nuevas personas lo hacen cambiar y saber que sólo el amor, el conocimiento, la fuerza, la valentía y la verdad pueden ser motivos suficientes para encontrar la felicidad. Entre el relato de algunas costumbres de Huancavelica, Huancayo, Tarma, La Merced y otros lugares de la región central, el autor desarrolla diversos temas sociales y económicos que devienen del problema político vivido en esos años, de cómo la verdadera amistad perdura pese a los hechos de errados seres humanos; la novela nos transporta a soñar con  la música de Blades y Varela que nos invita a meditar en cada acto de nuestra vida y saber que los triunfos o fracasos pese a la adversidad dependen de nosotros mismos, sin temor a equivocarnos.

El autor, Luis Alberto Salvatierra Rodríguez, presentó su novela en el Concurso Internacional Juan Rulfo 2006 promovido por RFI – Instituto de México en París – Instituto Cervantes – Casa de América Latina – Unión Latina –Colegio de España en París y Le Monde Diplomatique (España). Compitió con otras 585 novelas cortas procedentes de América Latina, España, Francia, Estados Unidos y otros países.

Tenemos muchas razones de mostrar el pecho henchido de orgullo: Machu Picchu resultó elegida como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, Vargas Llosa, recibió el máximo galardón: el Premio Nobel de Literatura, nuestra variada gastronomía reconocida y apreciada a nivel mundial y este prolijo y bisoño escritor huancaíno que se perfila a estar en la palestra de los grandes y por supuesto discípulo de la Universidad Nacional del Centro del Perú orgullo regional.    

                                            Lic. GUSTAVO ANCALLE SALINAS                              


CESAR HILDEBRANDT VERSUS MARIO VARGAS LLOSA

El periodista y el novelista:

El periodista César Hildebrandt publicó un artículo en su semanario "Hildebrandt en sus trece", donde comenta el premio Nobel de Literatura otorgado a Mario Vargas Llosa y en particular el discurso que pronunció el escritor antes de la entrega del galardón.

Hildebrandt no reseña el acontecimiento en el sentido en el que lo han hecho casi todos los periodistas, comentaristas, estudiosos, críticos, escritores e intelectuales en el Perú y el resto del mundo, resaltando las cualidades del Nobel, sino lamentando el declive intelectual que, según él, vendría sufriendo con el paso de los años.    
Pese a que cuenta con una buena cantidad de detractores, a estas alturas Hildebrandt es ya una leyenda viva del oficio que lo ha hecho todo y ostenta un record de despidos y renuncias de casi todos los canales de televisión y algunos diarios y revistas de los que salió cuando percibía que su libertad de expresión corría el riesgo de verse mellada.     
Hildebrandt publicó, en 1994, Memoria del Abismo, su única novela, que tuvo dos tipos de lectores: los que empezaron a leerla, pero no consiguieron terminarla, porque el aburrimiento los derrotó; y los que empezaron a leerla y la terminaron, pero no la disfrutaron, porque el autor careció de la pericia narrativa para lograr que sus personajes adquiriesen vida propia y que la historia que contaba a lo largo de más de doscientas páginas interminables conmoviese o asombrase o por lo menos divirtiese al lector.
Hildebrandt publicó además, en 1981, Cambio de palabras, libro de entrevistas reeditado en el 2008, donde reúne sus conversaciones con políticos como Haya de la Torre, Jorge del Prado, Juan Velasco Alvarado, Armando Villanueva, Andrés Townsend, Enrique Chirinos Soto, Hugo Blanco, Alfonso Barrantes, Luis Alberto Sánchez, Fernando Belaunde, Luis Bedoya, Javier Valle Riestra, y escritores como Alfredo Bryce, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y el propio Vargas Llosa.
La entrevista con el futuro premio Nobel no aparece en la primera edición del libro porque fue realizada en 1992, pocos meses después del autogolpe de Fujimori. El resto de diálogos corresponden a los años comprendidos entre 1971 y 1982 y fueron publicados casi todos originalmente en la revista Caretas.
A pesar del tiempo transcurrido, no deja de ser interesante leer estas entrevistas, que discurrieron lógicamente en torno a la coyuntura de la época (el gobierno militar, la Asamblea, el retorno de la democracia), ciertamente por las respuestas que ofrecen los entrevistados, pero también por la inmensa habilidad del entrevistador para preguntar más allá de lo evidente.   
De esto puede inferirse que Hildebrandt es mejor periodista que novelista. O que Hildebrandt es un gran periodista, pero un pésimo novelista. O que Hildebrandt es periodista, pero no novelista. En todo caso, Hildebrandt es un notable periodista y también es un voraz lector.  
Hildebrandt comienza su artículo de la siguiente manera:
“Sabía -no me pregunten por qué- que Mario Vargas Llosa, con el soñado Nobel ya en la mano, iba a convertirse en el magno portavoz de quienes cortan el jamón. Es decir, que sin las prudencias que mantenía para no enemistarse con los jurados progres de la Academia Sueca, Vargas Llosa se despojaría de remilgos y de coquetas máscaras y aparecería, por fin, como lo que es: uno de los más talentosos escribidores del sistema mun­dial de dominación”.
El sistema mundial de dominación. Hildebrandt se acomoda una barba blanca en la cara, se empina todo lo que puede y se disfraza del viejo Fidel Castro para terminar esa oración. O de Hugo Chávez. O de Evo Morales. O de Marx. O de Mao. O de Abimael Guzmán. O, para no ir más lejos, de Ollanta Humala. El sistema mundial de dominación. El viejo imperio semi feudal y semi colonial.
Es decir, según Hildebrandt, el planeta estaría siendo gobernado por unas criaturas demoníacas de pelos rubios que hablan en inglés y que tienen su centro de operaciones en Washington, asociados con otros seres igual de monstruosos, de pelos también rubios o rojos, que hablan en lenguas extrañas y que se encuentran avecindados en los países de la Unión Europea, y juntos impiden, empleando toda clase de armas, que los países pobres dejen de serlo y que los habitantes de estos países pobres se liberen del yugo que los oprime por los siglos de los siglos sin que ellos se den cuenta.
Todo esto con el único objetivo de mantener en marcha el “sistema mundial de dominación”, mediante las armas, el dinero, los medios de comunicación, el comercio, el manejo de la educación y la salud, y empleando para ello a políticos, economistas, militares, médicos, profesores y, cómo no, también a intelectuales y escritores, siendo Vargas Llosa uno de sus “más talentosos escribidores”.
Luego Hildebrandt se rasga las vestiduras porque Vargas Llosa, en su discurso, condenó la dictadura de Cuba y llamó “populismos payasos” a los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Y se pregunta: “¿Cómo se puede caer tan bajo en la ceremonia de lectura oficial de un discurso por el premio Nobel? ¿Qué derecho puede esgrimirse para ese vertido de insultos?”
Habría sido francamente interesante escuchar a Hildebrandt pronunciar su discurso de aceptación del premio Nobel de literatura. Habría sido divertido verlo empinarse para compartir con el mundo entero el espectáculo de su breve figura. Quizás, igual que en sus programas de televisión, habría pedido que le trajesen unas cuantas guías telefónicas para sentarse (en este caso, pararse) sobre ellas.
Claro, para que todos tuviésemos la oportunidad de solazarnos con el bizarro entretenimiento, Hildebrandt tendría que escribir unas veinte o veintidós novelas con mucha mayor habilidad de la que tuvo cuando redactó Memoria del Abismo.
Al final, comentando El sueño del celta, el periodista dice que no le gusta el escritor en que se ha convertido Vargas Llosa: “Lineal como un durmiente, cuerdo como una cena de negocios, eficaz como una mano de pintura”. No le gusta. Simplemente no le gusta. ¿Qué le gusta a César Hildebrandt?
Para cualquier buen lector resulta evidente que lo más probable es que Vargas Llosa ya haya escrito sus novelas más contundentes y que, lo que escriba y publique en adelante, difícilmente superará el hechizo y la magia de esos primeros libros.
Sin embargo, incluso así, sus ficciones mantendrán el fuego que solo poseen los grandes creadores. Aunque Vargas Llosa escribiese viendo al Real Madrid por la televisión o con sus nietos desordenándole las canas, sus novelas igual serían buenas.
Hildebrandt se pregunta: “¿Dónde quedó el escritor del desacato que alguna vez habló en la entrega del premio Rómulo Gallegos? ¿Dón­de el intelectual que luchó por la libertad de Herbert Pa­dilla?” Eso sucedió hace cuarenta años. Ese Vargas Llosa no existe más. El actual no es mejor ni peor, simplemente es distinto.
Un buen lector no se atrevería a pedirle a un escritor que continúe escribiendo como hace cuarenta años. Eso es enanismo intelectual. Un buen lector no se atrevería a pedirle a un intelectual que continúe razonando como hace cuarenta años. Eso es necedad. Un buen lector no se atrevería a pedirle a un escritor e intelectual que continúe siendo la misma persona que era hace cuarenta años. Eso es estupidez.
Hildebrandt se pregunta: ¿Dónde está el Vargas Llosa que quisimos tanto? En su casa, con el premio Nobel en la vitrina, trabajando con las mismas ganas de hace cincuenta años, sin duda sintiendo el paso del tiempo no solo al caminar o al trotar, sino también al escribir y al fabular, pero continuando a pesar de eso.
Nosotros preguntamos ¿dónde está el Hildebrandt de Memoria del Abismo? Felizmente, a la vuelta de su casa, piropeando a chicas a las que les llega al hombro y que se ríen a sus espaldas. Felizmente, nunca más escribiendo novelas. Nunca más. 
Sábato decía que, para admirar, se necesita grandeza. Y eso es algo que, a pesar de sus cualidades intelectuales y de lo mucho que hizo y continúa haciendo en el periodismo nacional, el “Chato” Hildebrandt no posee. Grandeza.


CAPACITACIÓN DE LAS RUTAS DEL APRENDIZAJE REALIZADO EN EL LOCAL "LA LLAMITA" HUALHUAS - HUANCAYO 2013



CARLOS PÉREZ, ISAÍ ACEVEDO, GUSTAVO ANCALLE Y FRANCISCO LÓPEZ

jueves, 3 de octubre de 2013

SISTEMA NACIONAL DE EVALUACIÓN, ACREDITACIÓN Y CERTIFICACIÓN DE LA CALIDAD EDUCATIVA

El Perú se halla ante una exigencia de políticas coyunturales, nacionales y sectoriales que orientan el logro de altos niveles de responsabilidad y eficiencia del sistema educativo como soporte y motor del desarrollo económico, social y cultural de la sociedad. Ejemplo de esto son los procesos de evaluación y acreditación que empiezan a efectivizarse a partir de la promulgación de la Ley que crea el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE); que se plasman en mayores exigencias para el ingreso a las entidades formadoras de maestros (Institutos y Universidades); así como para el nombramiento de los contratados por el estado en plazas docentes en calidad de nombrados. Todo esto en vista de la masificación y diversificación de programas de formación y perfeccionamiento docente. Estás políticas educativas, aunque algo erráticas y repentistas, intentan aportar rigor y eficacia en medio de un clima de desconfianza de la calidad del sistema educativo peruano.

En este medio en el que calidad, competitividad y globalización se re-fuerzan recíprocamente, la certificación profesional se convierte en un elemento de relevancia crucial, para la forja e impulso de un nuevo paradigma de la autorrealización humana en el siglo XXI. Por ello, mientras no exista un sistema que ofrezca informaciones válidas y confiables sobre lo que son los profesionales y lo que saben hacer, nuestras normas quedarán etéreas y no lograrán su objetivo, esto es, la formación y reconocimiento de profesionales competentes.
La certificación profesional, entendida como la acción del estado para reconocer las competencias profesionales de una persona, fueron adquiridas por un proceso de aprendizaje formal o no formal, siempre y cuando pruebe que sus desempeños se ajustan a estándares de exigencia preestablecidos.

De acuerdo a lo señalado previamente, la certificación debe ser vista como medio de evaluación para una consiguiente retroalimentación per­sonal e institucional, sea para validar un estado óptimo de desempeño, o para remediar eventuales déficit y recuperar el debido reconocimiento. En el caso de la certificación institucional debe constituirse en un elemento de autorregulación y redefinición de contenidos de los programas educativos; de modo tal, que el resultado que obtengan sus egresados debe servir de guía para desarrollar acciones que mejoren la formación profesional.

La certificación debe sustentarse en una evaluación objetiva e imparcial del profesional, lo cual solo será posible si se cuenta con un sistema de certificación sólido y riguroso. No basta con su promulgación y reglamentación, hay que efectivizarlo de modo prudente e inteligente, y prepararse para saber enfrentar formas abiertas o mimetizadas de resistencia.

Todo sistema de certificación requiere de una implantación eficaz y capaz de mantener el rigor y la flexibilidad de acuerdo a las exigencias del medio. Cada país debe establecer su sistema de acuerdo a sus peculiaridades sociales, culturales, económicas y legales. Recuérdese que estos sistemas son el fruto de una elaboración social, enraizada en la historia de cada sociedad concreta.
                 La certificación profesional ha demostrado ser un instrumento de enorme utilidad si se aplica en los contextos y situaciones reales y apropiadas. Así mismo, puede proporcionar medios para mejorar el ajuste de la formación profesional a las demandas de las organizaciones sociales y empresariales, pero requiere, para su pleno funcionamiento, de estructuras adecuadas y acuerdos políticos entre las partes interesadas.
   
            Cuando la certificación está ligada a políticas amplias de productividad y competitividad de las organizaciones, existen mayores posibilidades para un resultado óptimo, para tal efecto, Los procesos de certificación requieren ser contextualizados tomando en cuenta el nivel de desarrollo relativo de la región en que se inserta la organización; de otro modo, puede convertirse en mecanismo que refuerza la exclusión social impidiendo la igualdad de oportunidades.

            Las funciones de formación profesional y la función de certificación deben permanecer separadas y asumidas por instituciones distintas. Si ellas se reúnen en la misma entidad, se sientan las bases para la corrupción del sistema.

Hasta hoy, el reclutamiento de personal por las organizaciones, sobre todo las públicas, está plagado de nepotismo, el amiguismo y el intercambio de favores. La implantación de la certificación profesional significa introducir un elemento de racionalidad y justicia en la accesibilidad a las funciones laborales basada en la aptitud para el desempeño eficiente. Y esto les hará mucho bien a las personas y al país.


IMPORTANCIA DEL ANÁLISIS DE TEXTOS LITERARIOS DEL CONTEXTO LOCAL Y REGIONAL

¿Cuál es la importancia del análisis de textos literarios 
narrativos del contexto local y regional en el marco del 
enfoque comunicativo, cognitivo y sociocultural?


Hablar de Literatura, es hablar del texto literario, y entrar al terreno de la literatura es tomar ese texto para conocerlo directamente; de esta manera estamos participando e introduciéndonos en la literatura. Literatura no es saber autores y obras, fechas y otros datos, sino leer, analizar, separar elementos presentes en una obra literaria, encontrar ideas, pensamientos, juicios que ésta encierra, problemáticas que reflejen la vida y el hombre para entendernos mejor y entender a los que nos rodean. La obra literaria es un reflejo del momento histórico en que aparece, proyectando aquellos aspectos que lo caracterizan positiva y negativamente, y es a través de sus líneas como participaremos y conoceremos de ellos. Como parte de nuestra identidad local y regional es importante el análisis de textos literarios de nuestra localidad y/o región, puesto que, a través de ellos, se reafirma la cosmovisión, idiosincrasia y visión del mundo de nuestro entorno y existe una mejor interacción entre el texto y el lector ya que los estudiantes se sienten identificados con sus vivencias; pero sin dejar de lado la literatura clásica, nacional e internacional como un fenómeno intercultural.

PROPUESTA PEDAGÓGICA

UNA PROPUESTA PARA SER APLICADA EN LA PRÁCTICA PEDAGÓGICA DESDE
EL ENFOQUE CRÍTICO - REFLEXIVO
EJERCICIOS DE LA LECTURA COMO PROCESO METACOGNITIVO

Para poner a prueba si los lectores usan estrategias metacognitivas cuando leen, se pueden usar diversas técnicas. Una de ellas es la descrita como la técnica del texto interferido (Pinzás, 1993) en la cual se altera el contenido del texto, oración o frase, convirtiéndole en incompatible ya sea con el conocimiento y experiencias del lector (denominada anomalía externa o “falsedad”) o con otros fragmentos o partes del textos (denominada anomalía interna o “inconsistencia” propiamente dicha).
Primer tipo de error textual “falsedad”:
“Angélica llegó muy apurada a su casa. Eran las cuatro de la tarde y aún no había almorzado. Llamó a Cecilia desde la entrada pidiéndole que le presentara rápidamente algo de ropa pues debía almorzar antes de partir hacia el aeropuerto de inmediato”.
Si has encontrado el error, por favor, subráyalo y reemplázalo por el fraseo correcto. En este caso el error se encuentra en la sustitución de la palabra “comida” por el término “ropa”. El texto contradice algo al parecer obvio y que el lector sabe: que la ropa no se come.
Segundo tipo de error textual “inconsistencia”:
“Angélica llegó muy apurada a su casa. Eran las cuatro de la tarde y aún no había levantado. Llamó a Cecilia desde la entrada pidiéndole que le presentara rápidamente algo de comida pues debía almorzar antes de partir hacia el aeropuerto de inmediato”.
Trata de encontrar el error corrigiéndolo. Aquí, la última parte de la segunda oración contradice o es inconsistente con el contenido de la primera frase y también con el contenido de la siguiente. Aunque puede quizás contradecir el conocimiento del lector, básicamente contradice el sentido del texto.


PROSA Y VERSO




sábado, 28 de septiembre de 2013

ENSAYO

LA CRISIS EDUCATIVA EN EL PERÚ

“El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío”

                Después de todas las exposiciones sobre la educación en diferentes países del mundo y los estándares internacionales de evaluación en el Programa de Especialización en el Área de Comunicación que se viene llevando a cabo en la provincia de Satipo, pude hacer una síntesis abstracta de la situación de la educación en el Perú con relación a los diversos países como China, Japón, Corea del Sur, Finlandia, Singapur, Chile, entre otros.

En las pruebas PISA nos encontramos en los últimos lugares. Eso quiere decir, que los indicadores de cobertura y calidad en relación con los países de la OCDE, denota bajos niveles de aprendizaje y competencias de nuestros niños y jóvenes. La evaluación PISA del año 2009 mostró el desarrollo y el avance de las políticas educativas de los países arriba mencionados, obviamente no le fue nada bien al  Perú que se ubicó en puesto 63 en habilidad lectora y en matemáticas, mientras que en ciencias obtuvo el puesto 64 de 65 países participantes (1).

Es obvio que la crisis educativa en el Perú obedece a múltiples factores que data de décadas y que cada gobierno entrante convierte la educación en un conejillo de indias. No existe una política educativa de Estado. La UNESCO planteó hace mucho tiempo que la inversión en educación debería ser no menor al 6% del PBI en todos los países. No habló de montos absolutos, sino de un porcentaje (2) lógicamente con una inversión del 3.31 % del PBI con que actualmente cuenta el sector educación poco o nada se puede hacer para comenzar a resolver este gran problema; pero frente a esto, no podemos quedarnos con los brazos cruzados es necesario que cada docente ponga su granito de arena para empezar a salir de este profundo hoyo en el que se encuentra sumergida la educación en el Perú y que lo ha llevado a una crisis.

                Es común ver u oír a través de los medios de comunicación que la mejor educación del mundo es la de Finlandia, que los tigres del Asia avanzan a pasos agigantados o que el informe PISA 2009 presenta resultados desastrosos para los países latinoamericanos especialmente para el Perú.
                A nivel internacional existen pruebas estandarizadas para medir los aprendizajes fundamentales de los estudiantes como la SERCE (Latinoamérica), TIMSS y PISA (Mundiales). El Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA, se basa en el análisis del rendimiento de estudiantes a partir de unos exámenes mundiales que se realizan cada tres años y que tienen como fin la valoración internacional de los estudiantes. Este informe es llevado a cabo por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), que se encarga de la realización de pruebas estandarizadas a estudiantes de 15 años. PISA aunque es considerado como un sistema "objetivo" de comparación, su formulación está sujeta a muchas críticas, por cuanto es un análisis meramente cuantitativo y no evalúa lo que se enseña sino lo que se debería enseñar, esto también ha servido un poco para “satanizar” la labor del docente y las duras críticas de los sistemas educativos de los países evaluados. Debemos tener en cuenta que una evaluación como PISA tiene un carácter eminentemente subjetivo no puede determinar o más aún juzgar la estructura educativa de un país, ya que, existen diversos factores que no tienen en cuenta como el contexto, la interculturalidad, la pobreza, la inversión del PBI de cada país, la idiosincrasia, entre otros.

                Finlandia es para muchos el país que tiene el mejor modelo educativo de nivel básico del mundo. En la prueba PISA 2000 – 2002 los niños y jóvenes finlandeses de entre 15 y 16 años de edad ocuparon el primer sitio en lectura, para 2003 refrendaron ese resultado, el cual, sumado a los excelentes resultados de ciencias y matemáticas redundaron en el mayor puntaje de la prueba.

                El sistema educativo finlandés es sencillo organizacionalmente hablando, en la cúspide de la estructura está el Ministerio de Educación que indica las directrices estratégicas del sistema, luego le sigue el consejo nacional de educación que se encarga de orientar y desarrollar el sistema desde el punto de vista técnico y curricular, así como de hacer la evaluación educativa. Los gobiernos regionales y los municipios tienen gran parte de la autoridad educativa, principalmente éstos últimos, cada municipio tiene un consejo escolar cuyos miembros se eligen en un proceso político-electoral.

                Un aspecto que llama mucho la atención es que los finlandeses están muy comprometidos con la equidad y la calidad de la educación; asimismo, se guían en la educación a través de diversos valores que no varían, aún estemos en un mundo cambiante: el valor del ser humano, la autoestima, el espíritu comunitario, la educación, el entendimiento, la riqueza de las culturas, el respeto por la naturaleza, la confianza mutua y el aprendizaje durante toda la vida.

                Por su parte, lo que caracteriza a países como Singapur, Hong Kong, Corea del Sur y Japón es que sus respectivas sociedades tienen una marcada obsesión por la eficiencia y el esfuerzo; los asiáticos tienen una actitud muy peculiar hacia el éxito y el fracaso, lo que hace que sus sistemas educativos estén construidos como una pirámide de mérito, hay mucha competencia entre los escolares, lo que los lleva a dedicar muchas horas de su día y fines de semana al estudio: la dedicación es una actitud imprescindible para el éxito.
               
                En países como en Australia y Nueva Zelanda se han llevado a cabo, desde hace veinte años o menos, reformas educativas a fondo que les han permitido tener hoy los mejores sistemas educativos básicos así como impulsar el crecimiento de sus países, educando y capacitando a sus niños y jóvenes de la mejor forma posible para enfrentar condiciones de competencias difíciles en un mundo cada vez más abierto y globalizado, haciendo a un lado las ideologías y los debates políticos. Por otro lado, en Estados Unidos, es sorprendente la diferencia entre su sistema de educación superior, altamente demandado por estudiantes extranjeros, y su sistema de educación básica mediocre.

                En las escuelas privadas subvencionadas en Chile. Antes de la década de 1950 las familias, incluso las acomodadas, ubicaban a sus hijos en escuelas públicas, ésa era la preferencia. Fue un patrón que terminó por erigir instituciones de gran nombre y prestigio, las cuales hoy día viven del recuerdo o de la nostalgia de los mismos. Las clases acomodadas prefieren, ahora, la educación privada. Sin embargo, con los adecuados mecanismos basados en incentivos y rendición de cuentas no todo lo público es malo ni todo lo privado, bueno. Este aforismo se aplica bien a la educación en todos los niveles y etapas; pero la educación privada en Chile es la preferida porque da mejores resultados. (3)

                La descentralización de la educación hacia los municipios que es parte de su política educativa de Finlandia y Suecia, o como los asiáticos que tienen una actitud obsesiva hacia el éxito y el fracaso, lo que hace que sus sistemas educativos estén construidos como una pirámide de mérito, esto permite que haya mucha competencia entre los escolares, o como los chilenos que apuntan hacia las escuelas privadas subvencionadas en el cual encuentran mejores resultados a través de estas políticas educativas. Estos países apuestan por la educación y han hecho que sus reformas educativas les funcionen; pero el Perú, tiene una realidad muy distinta a los países mencionados. Los gobiernos de turno para paliar los problemas, copian sistemas de otros países que tienen realidades totalmente diferentes a la nuestra  y eso hace que no funcione en el Perú como por ejemplo la municipalización de la educación y varios proyectos pilotos que también fracasaron, lo que se debería hacer es una verdadera reforma educativa de fondo y de forma; pero teniendo en cuenta la interculturalidad y el contexto del país.

                Los factores que hacen que la educación en el Perú esté en crisis son diversos como por ejemplo: la proliferación de institutos pedagógicos, los programas de profesionalización, los nombramientos interinos, el sueldo ínfimo que ni siquiera cubre la canasta familiar del maestro, las leyes punitivas, infraestructuras inadecuadas, niños y niñas desnutridos, hogares disfuncionales, escases de materiales educativos, escuelas unitarias y multigrados, exámenes traficados de selección de docentes, inversión mínima del Estado, especialistas y funcionarios de educación elegidos a dedo por coyuntura política, la poca preparación y actualización de los profesores y la implacable corrupción en el sector educación enraizado desde hace muchos años han sido como el cáncer que ha llevado a la educación peruana a cuidados intensivos y SOS  a la emergencia educativa.

                La crisis educativa en nuestro país se ha convertido en un tema y a la vez en un problema que tiene múltiples y diversas vertientes de estudio y por ende de explicación, posiblemente todas ellas válidas. Tal problemática puede ser dimensionada de acuerdo a su naturaleza y complejidad como estructural, por su alcance espacio-temporal como nacional e histórica, porque afecta a toda la sociedad peruana y de manera sincrónica, epistémicamente también se constituye en un problema semiótico en razón a que resulta casi imposible arribar a una concepción más o menos consensuada del término calidad.
A mi entender existen cuatro dimensiones  esenciales de la crisis educativa del Perú:
El sistema educativo
En el Perú se requiere urgente de una política educativa de estado y no de gobierno como se da actualmente, es necesario de una reforma educativa a largo plazo en un periodo no menos de veinte años como Finlandia por ejemplo. No se puede hablar de reforma de la noche a la mañana como lo intenta hacer el gobierno de turno. Otro de los factores son:
a) El crecimiento incesante de entidades educativas privadas, sobre todo las del nivel superior que no nos exime de expresar nuestra preocupación profesional por el desempeño deficitario y anárquico de las universidades de reciente creación. Bastaría sólo con indicar que resulta irracional que para un país de 28 millones de habitantes hayan 85 universidades, en tanto que para Francia con 60 millones tiene apenas 60 universidades y de mejor calidad.
b) El descuido en la formación docente, tanto en lo cuantitativo y más aún en lo cualitativo. Bajo este sistema, las instituciones educativas de carácter privado han sido intencional y literalmente convertidas en propiedad privada, por tanto sujeto a los intereses mercantilistas de sus propietarios (antes promotores). Al amparo de esta consideración no es raro observar cómo se compran las licencias de funcionamiento, se traspasen instituciones, se negocien franquicias, se seudo acreditan instituciones sin mayores méritos justificatorios, etc. Como si eso no fuera suficiente se siguen formando en especialidades tradicionales innecesarias, se desarrollan planes curriculares demasiado débiles de tal manera que hoy en día ya no se habla de educación básica sino de educación mínima, más aun si ya no hay el rigor necesario tanto en los procesos de admisión como en los de graduación.
                Si bien es importante destacar la participación creciente del sector privado en el desarrollo educativo, ésta no puede quedar al libre albedrío del voluntarismo económico y menos aún divorciada del modelo de sociedad democrática, igualitaria, solidaria, justa, inclusiva, etc. porque a este paso el sistema social se irá desequilibrando cada vez más, pudiendo incluso llegar a la fractura del orden social.
Un sindicato mermado, disminuido, que perdió la confianza de las bases por culpa de sus seudos líderes.
                Nadie podría discutir la importancia de un sindicato de maestros, por el contrario soy de la convicción que es necesario y positivo, siempre que exista una conducción coherente. Tampoco resulta inaceptable o inconveniente que todo maestro tenga una convicción y una posición ideológica o política definida, lo que sí resulta preocupante es que el color político de las personas que conducen el gremio se anteponga al servicio docente que se ofrece a los niños del país, en representación o por encargo del Estado. El sindicato de maestros de nuestro país precisamente se caracteriza por la excesiva ideologización política de dirigentes y agremiados, que es hegemonizada por algún grupo político.
                De otro lado, es evidente que, casi siempre, el ejercicio de un cargo sindical conlleva una serie de prebendas y que en el gremio magisterial tampoco es la excepción, razón por la cual se observa la presencia de dirigentes vitalicios, que muy bien podrían disipar sus energías y experiencias en otro tipo de actividades, como las de asesoría, dejando paso al surgimiento de nuevos y jóvenes líderes, que tanta falta hacen en nuestro país.
                Es vergonzoso ver la lucha por el poder  de esos seudos dirigentes de Patria Roja, CONARE, CEN y muchos más, quienes utilizan como caballitos de batalla a los docentes para sus propios beneficios. Ver docentes que entre ellos se agreden física y verbalmente, hacen desmanes, rompen a pedradas los vidrios del Ministerio de Educación como si fueran vándalos, queman llantas y son ellos quienes profesan la educación ambiental y hablan de valores, llaman inconscientes, vergüenza del magisterio a los colegas que no acataron la huelga; pero son ellos que después de dos meses sin trabajar forman colas en los bancos para cobrar sus haberes. Acaso ¿El maestro no debe educar con el ejemplo?
                Pero aun pasando por alto estas irrefutables aseveraciones, lo que más preocupa de esta evidente ideologización de la cúpula sindical es la actitud contestataria, manifestada en el constante - casi mecánico – rechazo a los cambios educativos que los respectivos gobiernos quieren implementar, pues aun antes de someterlos a un análisis serio y meditado esgrimen cualquier pretexto, como presunto argumento, para oponerse a la medida en ciernes.
                Mediocridad en la gestión.
                Tal vez uno de los problemas tan o más gravitantes en la calidad educativa, por lo menos desde mi perspectiva académico-profesional, radica en la deficiente, insuficiente y aun mediocre gestión ejercida por un gran sector – probablemente mayoritario – de los directivos de las instituciones educativas estatales y también no estatales, sobre lo cual poco se ha reparado, menos aún estudiado y por tanto no existen aún propuestas racionales y coherentes que ayuden a superar tales limitaciones.
                Pero creo que aun teniendo presupuesto suficiente, docentes capacitados y motivados, currículos pertinentes, infraestructura adecuada, etc. nada o poco de esto se podría aprovechar si es que no existe una buena capacidad de gestión; porque al gestionar, dirigir, gerenciar, o como se le quiera llamar, más que trabajar y lograr resultados con recursos tangibles, se trabaja con conductas, valores, voluntades y potencialidades porque sin ellos no es posible ningún logro y esta es precisamente la parte más compleja, cuando no difícil, en toda gestión institucional, más aun cuando tenemos acendrada la cultura de la rutina, por ende de la resistencia al cambio, de la mediocridad, de la ley del menor esfuerzo, del hacer a medias y del aprovechamiento personal, con los cuales no se puede avanzar satisfactoriamente al logro de las metas.
                Poco control de la calidad en el proceso educativo
                La teoría y la tecnología que conlleva el control de la calidad en las distintas actividades del quehacer humano se han desarrollado tan vertiginosamente en los últimos tiempos pero, lamentablemente, es muy poco lo que se ha incorporado al quehacer educativo de nuestro país, pese a que los fenómenos de la globalización, la competitividad y la modernidad así lo obligan, pero más aún por la exigencia de salir de la crisis educativa en la que nos encontramos.
                Considero que la Supervisión Educativa bien concebida, es decir debidamente planificada e implementada y técnicamente ejecutada y evaluada, podría posibilitar buenos resultados, pues con esta función se podría cautelar o verificar y retroalimentar:
·       La correcta aplicación de los planes educativos
·       El cumplimiento de la normatividad educativa vigente
·       El uso racional de los recursos asignados
·       La práctica de un clima institucional saludable y por ende favorable al proceso educativo
·       El real desempeño de los docentes en aula
·       El nivel real de logros en el aprendizaje de los alumnos
·       La correcta aplicación de los procesos y políticas educativas
·       El mejoramiento de la calidad profesional y de la autoestima de los docentes, entre otros.
                Falta mucho por avanzar hacia una auténtica reforma educativa que permita a nuestras jóvenes generaciones, no sólo adquirir conocimientos sino que desarrollen habilidades y competencias para afrontar exitosamente los desafíos del nuevo siglo. La educación es importante para un mejor crecimiento económico
y para ser más competitivos ante el nuevo escenario mundial, Así mismo, se requieren de otros elementos institucionales, económicos y sociales para lograr ser competitivos, pero por supuesto, la educación con valores, desarrollo de competencias y el aprendizaje a lo largo de toda la vida son excelentes puntos de partida.

                Hay razones suficientes para justificar el por qué la educación en el Perú está en crisis; pero no se trata de eso sino más bien de tomar conciencia como docentes, qué estamos haciendo para mejorar la educación de nuestro país. Con docentes que se resisten al cambio, que hace muchos años no se capacitan, que no innovan, que se creen dueños de sus plazas, que hacen largos periodos de huelga, queman llantas, lanzan huevos, tildan  de “amarillos” e “inconscientes” a quienes no acataron la huelga, lanzan piedras al Ministerio de Educación etc. Con esas actitudes, estimados colegas están empujando aún más al abismo a la educación peruana.

                En consecuencia, es momento del verdadero cambio, de la verdadera transformación de la educación, eso le toca al Estado, lo que nos toca a cada uno de nosotros, es estar preparados, a la vanguardia, ser críticos, estar actualizados, ser investigadores, estar  predispuestos al cambio,  solo así, cada maestro estará aportando con un grano de arena para que el Perú salga de la crisis educativa en que se encuentra.

Bibliografía

(3)    ¿Cómo es la mejor educación en el mundo? Políticas educativas y escolares en 19 países, de editorial Santillana (México, 2007), Eduardo Martínez Andere


Lic. Gustavo Hugo ANCALLE SALINAS